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lunes, 15 de octubre de 2007

La reina sale del mar

Llegamos a la orilla de la playa en una gran lancha. S me acompaña. En la orilla, ondeando entre las olas que revientan suvamente, veo la imagen de una virgen. Miro varias veces para determinar si es cierto. Se trata de un dibujo nítido en el agua, como un papel traslúcido que flota y se mueve al ritmo que marcan las olas.
Le digo a S que lo mire, pero ella no lo puede ver por más esfuerzo que haga.
De pronto, el dibujo se materializa en una reina que emerge del agua. Es una mulata fornida, mayor, vestida de blanco y lleva una corona de tela también blanca. Detrás de ella van saliendo los miembros de una corte celestial. Todos son negros vestidos de blanco. El último lleva un bebé recién nacido entre sus brazos.
"Ese es tu bebé", le digo asombrado a S. Es un neonato de tez morena clara.
S sonríe.

(Foto de Annais. Tomado de Flickr)

domingo, 14 de octubre de 2007

Reptando en el museo

Estamos en una ciudad desconocida. S y yo vamos a entrar a un museo. Se nos adelantan en la puerta seis mujeres que visten trajes largos de color marrón, con motivos pintados.
Vamos a la exposición y yo tomo una talla grande.
- Mira ésta, le muestro a S.
- No, esa es grande y no me gusta. Prefiero las piezas pequeñas.
Hasta ese punto la acompaño porque sigo caminando solo por los pasillos del museo. Abro una puerta y paso a un cuarto.
Dentro de la habitación hay hombres vestidos con ropas de campañas raídas, como guerrilleros. La estructura está en ruinas por los bombardeos. Estamos en situación de guerra.

Un hombre con un fusil está sobre un montículo de escombros. Y está como enloquecido. Abre "fuego amigo" (le dispara a su propio bando) hacia un pasillo que se ve al principio del cuarto. A él le responden con tiros que van a caer al techo de la habitación.
- ¿Cómo hacemos para desarmar a este loco?, le pregunto a alguien que está a mi lado.
- La única manera es poniendo una bomba y huir de aquí. El enemigo está cerca-, me responde el hombre que lanza un explosivo en la habitación contigua y sale huyendo, advirtiendo a todos del peligro. Con él se van varios. Yo me uno al grupo.


La bomba estalla sonoramente. Corremos todos (somos como tres o cuarto). Yo llevo una granada en la mano derecha.
- Oye, ¿qué hago con esto?, le pregunto al mismo tipo.
- Déjala en la habitación activada. Cuando llegue el enemigo estallará.
La dejo ahí, muy nervioso. Regreso al pasillo donde antes íbamos corriendo y ya los veo lejos. Atrás en la habitación ya no hay nadie. Por un momento no sé que hacer, me siento solo. Comienzo a correr por ese pasillo y siento cómo pasan silbando las balas muy cerca.
"Lánzate al suelo y repta!", me ordena una voz potente.
Me tiro al suelo y levanto polvo. Comienzo a reptar.
El zumbido de las balas me sigue llegando cerca.
(Foto tomada de Flickr)