Le digo a S que lo mire, pero ella no lo puede ver por más esfuerzo que haga.
De pronto, el dibujo se materializa en una reina que emerge del agua. Es una mulata fornida, mayor, vestida de blanco y lleva una corona de tela también blanca. Detrás de ella van saliendo los miembros de una corte celestial. Todos son negros vestidos de blanco. El último lleva un bebé recién nacido entre sus brazos.
"Ese es tu bebé", le digo asombrado a S. Es un neonato de tez morena clara.
S sonríe.
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